Imagina una tribu viviendo en cuevas o chozas en pleno invierno. Para sobrevivir han debido guardar los granos de los alimentos que cosecharon para alimentarse con ellos en invierno, cuando escasean los vegetales para comer. También protegen a sus animales para tener disponible, especialmente la leche.
En esas épocas, el objetivo de la colectividad era sobrevivir juntos, por lo que guardar alimento para sí mismos sin compartir no era una práctica común, pues si alguien se quedaba sin alimento y moría, eso debilitaba a la aldea en su conjunto. Es por ello que se reunían a compartir y sobrevivir juntos un momento difícil en la fertilidad de la Tierra.
Los miembros de la tribu se reúnen en torno de una fogata. El fuego da calor, luz, les permite cocinar algunos alimentos. Juntos se apoyan y comparten lo que tienen.
Esto se va transformando en una celebración y una ceremonia. El fuego es la representación del sol, momentáneamente alejado. Es también el elemento transformador de todo: lo que era sólido lo transforma en líquido, lo líquido en vapor. Los pueblos de todos los lugares del planeta comienzan a celebrar el Solsticio de Invierno. Yule tiene la característica de ser una festividad de solidaridad, amor y esperanza.
Es una celebración reconocida de los pueblos nórdicos, sin embargo, se encuentran muchos sincretismos con otras culturas que tienen celebraciones similares en fechas cercanas para festejar el renacimiento del Sol y llamar a la fertilidad de la tierra.
El objetivo principal es festejar los cambios causados por la rotación de la Tierra alrededor del Sol y sus efectos en la cosecha. Antiguamente los pueblos germánicos decoraban sus casas con muérdago (planta que florece en esta época) y llevaban un tronco a casa para hacerlo arder en la chimenea, procurando que ardiera lentamente durante todo el año y cuando finalizaba esparcían las cenizas por la casa y los campos para llamar a la fertilidad de la tierra. Razón por la cual también hacían grandes fogatas en los campos.
En la actualidad aún se usa esa creencia del árbol, con la diferencia de llevarlo a casa y decorarlo; siendo mayormente usado un árbol perenne (que siempre es verde) como el pino, para recordar que aunque la tierra en este momento es fría y casi no tiene frutos, volverá a estar verde; a producir calor y alimento.
De acuerdo con los pueblos nórdicos y celtas, Yule es la primera festividad de la rueda del año y el momento en que el Dios renace después de implantar su propia semilla en la Diosa. Marca el fin de la mitad obscura del año y el inicio de la mitad luminosa.
Se celebra principalmente en el solsticio de invierno (cuando el Sol pasa por el trópico de Capricornio, al sur del ecuador celeste), es el momento más frío y la noche más larga del año, luego de la cual la Tierra en su movimiento de traslación comenzará a estar más cerca del Sol y los días empezarán a ser más largos, por lo que se considera a Yule como el renacimiento del Sol y de la vida, pues es a partir de este momento que la tierra comenzará el viaje a la fertilidad y el nacimiento de las primeras plantas que se convertirán en alimento en Litha y Mabon.
Yule nos recuerda justo cuando las cosas parecen haber perdido esperanza y apagarse, el ciclo cambia y la luz retorna. Así como los antiguos se tomaban el tiempo para seleccionar los mejores frutos de la cosecha anterior para obtener de ellos las semillas de la siguiente siembra en primavera, reconocían que existieron frutos que no se desarrollaron bien o se pudrieron, así como nuestros objetivos anuales, este es el momento para reflexionar sobre lo logrado, lo que está estancado y sincerarnos acerca de aquello que definitivamente ya no podrá ser cosechado.
