Venimos del crudo invierno de Yule que nos llevó inminentemente a reflexionar sobre cada una de nuestras acciones. Posteriormente, poco a poco fuimos germinando en Imbolc para florecer con toda la intensidad.
Ahora Ostara marca el fin del solsticio de invierno y nos invita a continuar caminando en todos los planos de nuestro existir; renovados de las huellas del pasado y aprendiendo de las mismas para poder vivir.
“Cuenta la mitología griega que Perséfone es una joven doncella raptada por Hades, el Dios del Submundo. Su madre, Demeter, la diosa de la Tierra se deja llevar por el dolor de la pérdida de su hija, lo que provoca que el invierno y la muerte lleguen a la tierra. Más tarde, Perséfone volverá con su madre pero puesto que había comido seis granos de granada mientras estaba en el Submundo, debe volver a él durante seis meses cada año, durante los meses del otoño y el invierno. Su reaparición anual en primavera otorga tanta alegría a su madre que la Tierra florece una vez más.”
En Ostara, equinoccio de la primavera, la energía se manifiesta en todas las criaturas de la tierra, el calor que emana de ella vitaliza cada poro de la piel, dando paso a la vida y fortaleciendo un nuevo ciclo en cada ser.
Desde la visión de tarot, Ostara es representado por el arcano mayor de la Templanza, cuya imagen nos conecta al principio arquetipico del equilibro alquímico de nuestro ser. Con ello, renacemos en total equilibrio y nos invita a reconocer el dominio que tenemos sobre nosotros mismos. Balance, moderación, propósito y tenacidad, son los conceptos que debemos aplicar en nuestra cotidianidad para conseguir nuestros objetivos con autocontrol de nuestras emociones.
Por lo anterior, podemos afirmar que la energía de Ostara es propicia para empoderar nuestros proyectos y fluir con la sincronicidad de fertilidad que se manifiesta en el universo.